ANSIEDAD SEDEVACANTISTA I
Las palabras y actos del Papa Francisco desde su elección a principios del año pasado han sido tan poco católicos y tan ultrajantes que se le ha dado un nuevo impulso a la idea que los Papas recientes no han sido realmente Papas (“sedevacantismo”). Noten que el Papa Francisco meramente expresa, sólo que más descaradamente que sus cinco predecesores, la locura del Vaticano II. Permanece la cuestión de si los seis Papas Conciliares (con la posible excepción de Juan Pablo I) pueden realmente haber sido Vicarios de Cristo.
La cuestión no es de importancia primordial. Si ellos no han sido Papas, de todas maneras la Fe católica y la moralidad, por medio de las cuales debo “obrar mi salvación con temor y temblor” (Filip.II,12), no han cambiado ni una iota. Y, si ellos han sido Papas, de todas maneras no puedo obedecerles puesto que ellos se han apartado de esa Fe y de esa moralidad, porque “nosotros debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech.V,29). Sin embargo creo en deber ofrecer respuestas a algunos de los argumentos de los sedevacantistas, porque hay sedevacantistas que parecen desear convertir la vacancia de la Sede de Roma en un dogma que los Católicos deben creer. En mi opinión no es tal cosa. “En las cosas dudosas, la libertad” (San Agustín).
Pienso que la clave del problema del cual el sedevacantismo es meramente una expresión, es que el Vaticano II fue un desastre sin precedentes en toda la historia de la Iglesia de Jesucristo, mientras que al mismo tiempo fue la conclusión lógica de una larga decadencia de los prelados católicos que se remonta a los finales de la Edad Media. Por un lado, la naturaleza divina de la Iglesia católica y los principios gobernando cualquiera de sus crisis, incluyendo la crisis Conciliar, no pueden cambiar. Por otro lado, la aplicación de esos principios debe tomar en consideración las siempre cambiantes circunstancias humanas dentro de las cuales esos principios operan. El grado de corrupción humana hoy en día, no tiene precedente.
Ahora bien, dos de los principios que no cambian son que por un lado la Iglesia es indefectible puesto que Nuestro Señor prometió que las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella (Mt.XVI,18). Por otro lado, Nuestro Señor también se preguntó si encontraría todavía fe sobre la tierra en su Segunda Venida (Lc.XVIII,8), cita importante porque claramente sugiere que la Iglesia habrá casi completamente desertado al final del mundo, tanto como Ella parece haber casi completamente desertado en el 2014. Pues, si no estamos hoy en día viviendo durante el final del mundo, por cierto estamos viviendo durante el ensayo general para ese final del mundo, tal como Nuestra Señora de La Salette, el Venerable Holzhauser y el Cardenal Billot, todos ellos sugirieron.
Por consiguiente hoy, así como al final del mundo, la defección puede ir muy lejos. Sin embargo no puede ir más allá del poder de Dios Todopoderoso que garantiza que su Iglesia no va a desaparecer o fracasar del todo. Puede ir sólo tan lejos como Dios lo permitirá – en otras palabras nada necesita parar su Iglesia de defeccionar casi completamente. Y, exactamente, ¿cuán lejos es ese “casi completamente”? Sólo Dios lo sabe y así sólo el tiempo lo dirá porque ninguno de nosotros hombres estamos en la mente de Dios y solamente los hechos pueden revelarnos luego del evento los contenidos de la mente divina. Pero Dios ciertamente revela parcialmente su mente en las Escrituras.
Ahora bien, en cuanto al fin del mundo, muchos intérpretes del Capítulo XIII, 11-17 del Apocalipsis piensan que la Segunda Bestia, parecida a un cordero y sirviendo al Anticristo, no es otra que las autoridades de la Iglesia, porque si esas autoridades resistieran al Anticristo, él no podría nunca prevalecer tal como las Escrituras dicen que lo hará. Entonces, ¿es ello tan extraordinario si en el ensayo general del final del mundo los Vicarios de Cristo hablan y se comportan como enemigos de Cristo? A la luz de estos necesarios antecedentes, el “Comentario” de la próxima semana propondrá respuestas a algunos de los principales argumentos de los sedevacantistas.
Kyrie eleison.
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© 2011-2014 Richard N. Williamson.
Todos los Derechos Reservados. Se otorga una licencia no exclusiva para imprimir, re-enviar por correo electrónico y/o publicar este artículo en Internet a los usuarios que así lo deseen, en el entendido de que no realizarán cambios al contenido que se reproduzca o distribuya, así como el conservar esta notificación con todas y cada una de las reproducciones del mismo como se autoriza por la presente. Fuera de esta licencia no exclusiva limitada, ninguna parte de este artículo puede ser reproducida en ninguna forma, ni por medios electrónicos ni mecánicos, sin autorización expresa y por escrito del editor, con la excepción de críticos que pudiesen citar breves pasajes en una reseña o excepto en aquellos casos en donde los derechos del contenido que ahí se reproduzca le pertenezca a su autor(es) original o a algún otro titular de los mismos. La reproducción adici onal del artículo se sujeta, por lo tanto, a la autorización expresa del mismo.
Las palabras y actos del Papa Francisco desde su elección a principios del año pasado han sido tan poco católicos y tan ultrajantes que se le ha dado un nuevo impulso a la idea que los Papas recientes no han sido realmente Papas (“sedevacantismo”). Noten que el Papa Francisco meramente expresa, sólo que más descaradamente que sus cinco predecesores, la locura del Vaticano II. Permanece la cuestión de si los seis Papas Conciliares (con la posible excepción de Juan Pablo I) pueden realmente haber sido Vicarios de Cristo.
La cuestión no es de importancia primordial. Si ellos no han sido Papas, de todas maneras la Fe católica y la moralidad, por medio de las cuales debo “obrar mi salvación con temor y temblor” (Filip.II,12), no han cambiado ni una iota. Y, si ellos han sido Papas, de todas maneras no puedo obedecerles puesto que ellos se han apartado de esa Fe y de esa moralidad, porque “nosotros debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech.V,29). Sin embargo creo en deber ofrecer respuestas a algunos de los argumentos de los sedevacantistas, porque hay sedevacantistas que parecen desear convertir la vacancia de la Sede de Roma en un dogma que los Católicos deben creer. En mi opinión no es tal cosa. “En las cosas dudosas, la libertad” (San Agustín).
Pienso que la clave del problema del cual el sedevacantismo es meramente una expresión, es que el Vaticano II fue un desastre sin precedentes en toda la historia de la Iglesia de Jesucristo, mientras que al mismo tiempo fue la conclusión lógica de una larga decadencia de los prelados católicos que se remonta a los finales de la Edad Media. Por un lado, la naturaleza divina de la Iglesia católica y los principios gobernando cualquiera de sus crisis, incluyendo la crisis Conciliar, no pueden cambiar. Por otro lado, la aplicación de esos principios debe tomar en consideración las siempre cambiantes circunstancias humanas dentro de las cuales esos principios operan. El grado de corrupción humana hoy en día, no tiene precedente.
Ahora bien, dos de los principios que no cambian son que por un lado la Iglesia es indefectible puesto que Nuestro Señor prometió que las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella (Mt.XVI,18). Por otro lado, Nuestro Señor también se preguntó si encontraría todavía fe sobre la tierra en su Segunda Venida (Lc.XVIII,8), cita importante porque claramente sugiere que la Iglesia habrá casi completamente desertado al final del mundo, tanto como Ella parece haber casi completamente desertado en el 2014. Pues, si no estamos hoy en día viviendo durante el final del mundo, por cierto estamos viviendo durante el ensayo general para ese final del mundo, tal como Nuestra Señora de La Salette, el Venerable Holzhauser y el Cardenal Billot, todos ellos sugirieron.
Por consiguiente hoy, así como al final del mundo, la defección puede ir muy lejos. Sin embargo no puede ir más allá del poder de Dios Todopoderoso que garantiza que su Iglesia no va a desaparecer o fracasar del todo. Puede ir sólo tan lejos como Dios lo permitirá – en otras palabras nada necesita parar su Iglesia de defeccionar casi completamente. Y, exactamente, ¿cuán lejos es ese “casi completamente”? Sólo Dios lo sabe y así sólo el tiempo lo dirá porque ninguno de nosotros hombres estamos en la mente de Dios y solamente los hechos pueden revelarnos luego del evento los contenidos de la mente divina. Pero Dios ciertamente revela parcialmente su mente en las Escrituras.
Ahora bien, en cuanto al fin del mundo, muchos intérpretes del Capítulo XIII, 11-17 del Apocalipsis piensan que la Segunda Bestia, parecida a un cordero y sirviendo al Anticristo, no es otra que las autoridades de la Iglesia, porque si esas autoridades resistieran al Anticristo, él no podría nunca prevalecer tal como las Escrituras dicen que lo hará. Entonces, ¿es ello tan extraordinario si en el ensayo general del final del mundo los Vicarios de Cristo hablan y se comportan como enemigos de Cristo? A la luz de estos necesarios antecedentes, el “Comentario” de la próxima semana propondrá respuestas a algunos de los principales argumentos de los sedevacantistas.
Kyrie eleison.
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