CONDICION PATOLOGICA
La gran Reina de España, Isabel la Católica, es citada una vez como habiendo encargado una pintura que mostraría un Sacerdote en el Altar, una mujer dando a luz y un criminal siendo colgado. En otras palabras, que cada uno siga su destino y no otra cosa. Pero, este “Comentario” sugirió la semana pasada que las personas hoy en día no están siendo lo que son: a menudo los maestros no enseñan más, los médicos no sanan más, los policiales no protegen más, y – lo peor de todo, habría yo podido agregar -- los sacerdotes a menudo ya no son más hombres de Dios. Una palabra moderna usada por un amigo italiano para describir esta inadaptación a la realidad, hoy en día generalizada, es “patológica”.
Ahora bien, “patológica” es una palabra perteneciente a esa jerga de los psiquiatras que bien se denomina “psicocháchara”, porque disfraza en neologismos, todos polisílabos, lo que no son otros que bien antiguas miserias de la naturaleza humana caída. Ahora bien, los psiquiatras ellos mismos ateos no pueden solucionar problemas enraizados en el ateísmo, pero al menos están tratando de ayudar. Entonces, la novedad de la psicocháchara sirve al menos para sugerir que las miserias que se están acumulando hoy en día en los seres humanos debido a los siglos pasados acumulando la apostasía, tienen ciertamente algo en ellas sin precedentes. Mi amigo escribe:--
“Patología puede significar un achaque ocasional o congénito, por extensión una forma de ser anormal o distorsionada, la cual, sea innata o adquirida, ha devenido parte de la constitución del individuo. El mismo concepto puede ser aplicado por extensión a un grupo de individuos o a una sociedad. De esta manera uno puede hablar de una condición patológica, es decir enferma, anormal, del mundo moderno. Como tal, sea que la condición es adquirida o de nacimiento, no es vista como tal por lo que es por la persona o personas involucradas, oh no, más bien, dado que la ven como normal, la usan como un escudo y aún se alardean de ella. Anormalidad deviniendo normal y viceversa, es el drama del mundo moderno y del hombre moderno”
.
Por lo tanto debemos encontrarnos con sacerdotes que descuidan el Altar, con mujeres que no dan a luz y con criminales que no son colgados. Pero eso es exactamente el mundo alrededor nuestro – ¡la psicocháchara encaja! Entonces veamos lo que este mismo amigo tiene para decir sobre como los católicos deben reaccionar a esta condición patológica del mundo moderno:
“Los católicos deben entender que estamos viviendo en una situación sin precedentes en la cual todo sentido de realidad objetiva está sostenidamente perdiéndose. Para la Iglesia esto significa que los puntos de referencia que valían todavía hace 50 años, ya no valen más. Se requieren diferentes soluciones que, no solamente toman en consideración la posibilidad de un desorden siempre en aumento, sino que también permanecen suficientemente elásticas como para adaptarse a una situación continuamente empeorando. Si, entonces, la doctrina es primaria y decisiva, los católicos y los futuros sacerdotes deben ser doctrinalmente enseñados sobre cuan son únicos estos tiempos finales. Los Evangelios nos hablan de su venida en el futuro, pero estos tiempos están con nosotros aquí ahora, y están sujetos s olamente a empeorar hasta tal momento en que Dios diga ya basta”.
Breve, siglos de apostasía en aumento han acumulado en la raza humana un rechazo a la realidad que puede llamarse “patológico”, y que está causando inauditos niveles de angustia en las almas, angustia sin alivio por el nivel de prosperidad material igualmente sin precedente. La Iglesia católica combatía esta apostasía, pero cuando en el Vaticano II se dio por vencida en el combate, la fantasía patológica se apoderó del mundo y lo tambaleó hacia el Anticristo. Monseñor Lefebvre creó una fortaleza de cordura dentro de la Iglesia desmoronándose, pero, ahora, la misma patología está bien encaminada para apoderarse de su Fraternidad.
Maestros ¡enseñen! Médicos ¡sanen! Mujeres ¡den a luz! Sacerdotes, estudien todo lo que Monseñor Lefebvre dijo e hizo. Y, Reina Isabel la Católica, por favor, ruega por nosotros.
Kyrie eleison.
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[email protected]
© 2011-2013 Richard N. Williamson.
Todos los Derechos Reservados. Se otorga una licencia no exclusiva para imprimir, re-enviar por correo electrónico y/o publicar este artículo en Internet a los usuarios que así lo deseen, en el entendido de que no realizarán cambios al contenido que se reproduzca o distribuya, así como el conservar esta notificación con todas y cada una de las reproducciones del mismo como se autoriza por la presente. Fuera de esta licencia no exclusiva limitada, ninguna parte de este artículo puede ser reproducida en ninguna forma, ni por medios electrónicos ni mecánicos, sin autorización expresa y por escrito del editor, con la excepción de críticos que pudiesen citar breves pasajes en una reseña o excepto en aquellos casos en donde los derechos del contenido que ahí se reproduzca le pertenezca a su autor(es) original o a algún otro titular de los mismos. La reproducción adici onal del artículo se sujeta, por lo tanto, a la autorización expresa del mismo.
La gran Reina de España, Isabel la Católica, es citada una vez como habiendo encargado una pintura que mostraría un Sacerdote en el Altar, una mujer dando a luz y un criminal siendo colgado. En otras palabras, que cada uno siga su destino y no otra cosa. Pero, este “Comentario” sugirió la semana pasada que las personas hoy en día no están siendo lo que son: a menudo los maestros no enseñan más, los médicos no sanan más, los policiales no protegen más, y – lo peor de todo, habría yo podido agregar -- los sacerdotes a menudo ya no son más hombres de Dios. Una palabra moderna usada por un amigo italiano para describir esta inadaptación a la realidad, hoy en día generalizada, es “patológica”.
Ahora bien, “patológica” es una palabra perteneciente a esa jerga de los psiquiatras que bien se denomina “psicocháchara”, porque disfraza en neologismos, todos polisílabos, lo que no son otros que bien antiguas miserias de la naturaleza humana caída. Ahora bien, los psiquiatras ellos mismos ateos no pueden solucionar problemas enraizados en el ateísmo, pero al menos están tratando de ayudar. Entonces, la novedad de la psicocháchara sirve al menos para sugerir que las miserias que se están acumulando hoy en día en los seres humanos debido a los siglos pasados acumulando la apostasía, tienen ciertamente algo en ellas sin precedentes. Mi amigo escribe:--
“Patología puede significar un achaque ocasional o congénito, por extensión una forma de ser anormal o distorsionada, la cual, sea innata o adquirida, ha devenido parte de la constitución del individuo. El mismo concepto puede ser aplicado por extensión a un grupo de individuos o a una sociedad. De esta manera uno puede hablar de una condición patológica, es decir enferma, anormal, del mundo moderno. Como tal, sea que la condición es adquirida o de nacimiento, no es vista como tal por lo que es por la persona o personas involucradas, oh no, más bien, dado que la ven como normal, la usan como un escudo y aún se alardean de ella. Anormalidad deviniendo normal y viceversa, es el drama del mundo moderno y del hombre moderno”
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Por lo tanto debemos encontrarnos con sacerdotes que descuidan el Altar, con mujeres que no dan a luz y con criminales que no son colgados. Pero eso es exactamente el mundo alrededor nuestro – ¡la psicocháchara encaja! Entonces veamos lo que este mismo amigo tiene para decir sobre como los católicos deben reaccionar a esta condición patológica del mundo moderno:
“Los católicos deben entender que estamos viviendo en una situación sin precedentes en la cual todo sentido de realidad objetiva está sostenidamente perdiéndose. Para la Iglesia esto significa que los puntos de referencia que valían todavía hace 50 años, ya no valen más. Se requieren diferentes soluciones que, no solamente toman en consideración la posibilidad de un desorden siempre en aumento, sino que también permanecen suficientemente elásticas como para adaptarse a una situación continuamente empeorando. Si, entonces, la doctrina es primaria y decisiva, los católicos y los futuros sacerdotes deben ser doctrinalmente enseñados sobre cuan son únicos estos tiempos finales. Los Evangelios nos hablan de su venida en el futuro, pero estos tiempos están con nosotros aquí ahora, y están sujetos s olamente a empeorar hasta tal momento en que Dios diga ya basta”.
Breve, siglos de apostasía en aumento han acumulado en la raza humana un rechazo a la realidad que puede llamarse “patológico”, y que está causando inauditos niveles de angustia en las almas, angustia sin alivio por el nivel de prosperidad material igualmente sin precedente. La Iglesia católica combatía esta apostasía, pero cuando en el Vaticano II se dio por vencida en el combate, la fantasía patológica se apoderó del mundo y lo tambaleó hacia el Anticristo. Monseñor Lefebvre creó una fortaleza de cordura dentro de la Iglesia desmoronándose, pero, ahora, la misma patología está bien encaminada para apoderarse de su Fraternidad.
Maestros ¡enseñen! Médicos ¡sanen! Mujeres ¡den a luz! Sacerdotes, estudien todo lo que Monseñor Lefebvre dijo e hizo. Y, Reina Isabel la Católica, por favor, ruega por nosotros.
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