LA INFALIBILIDAD DE LA IGLESIA – II
Mucho necesita decirse sobre la infalibilidad de la Iglesia, especialmente para corregir ilusiones originadas (por error) a partir de la Definición de la infalibilidad Papal en 1870. Hoy en día, por ejemplo, los sedevacantistas y liberales piensan que sus posiciones son totalmente opuestas pero, ¿paran ellos por un momento para ver cuán semejantemente ellos piensan? - Mayor: Los Papas son infalibles. Menor: los Papas Conciliares son liberales. Conclusión liberal: debemos devenir liberales. Conclusión sedevacantista: no pueden ser Papas. El error no está ni en la lógica ni en la Premisa Menor. Solamente puede ser un malentendido, por parte de ambas partes, sobre lo que es la infalibilidad en la Mayor. Una vez más, el hombre moderno pone autoridad por encima de verdad.
Dios Eterno es Verdad en sí misma, absolutamente infalible. En el tiempo creado, por medio de su Hijo Encarnado, El instituyó su Iglesia con una doctrina para la salvación de las almas. Proviniendo de El, esa doctrina solamente puede ser inerrante, pero para mantenerla libre de los errores de los hombres de Iglesia humanos a los cuales se la confiaría, Su Hijo les prometió el “espíritu de verdad” para guiarlos “por siempre” (Jn. XIV,16-17). Pues realmente, sin una tal garantía, ¿cómo podía Dios requerir de los hombres, so pena de condenación eterna, creer en Su Hijo, en Su doctrina y Su Iglesia (Mc. XVI,16) ?
Sin embargo, aún de Sus hombres de Iglesia, Dios no arrebatará ese libre albedrío para errar que El les otorgó a ellos. Y El permitirá que esa libertad vaya tan lejos como ellos lo deseen, sin llegar a que hagan Su Verdad inaccesible a los hombres. Eso llega lejos, e incluye un número de Papas altamente deficientes en la historia de la Iglasia, pero el alcance de Dios llega aún más lejos que la maldad de los hombres (Is.LIX,1-2). En el Vaticano II, por ejemplo, el error de la Iglesia llegó bien lejos, sin que Dios, sin embargo, permitiera a Su Iglesia ser totalmente defectible en lo que hace a su presentación a los hombres de la Verdad inerrante proviniendo de Su propia infalibilidad. Aún los Papas Conciliares han dicho muchas verdades católicas al lado de sus errores Conciliares.
Pero, ¿cómo entonces puedo yo, un alma simple, distinguir entre sus verdades y sus errores? En primer lugar, si yo estoy realmente buscándolo a Dios con un corazón recto, El me guiará a El, como la Biblia dice en muchos lugares. Y, en segundo lugar, la doctrina de Dios siendo tan inmutable como Dios mismo, debe ser la doctrina que encuentro que (casi todos) Sus hombres de Iglesia han enseñado y transmitido en (casi) todos los lugares y en (casi) todos los tiempos, mejor conocida como Tradición. Desde el principio de la Iglesia esa transmisión ha sido la piedra de toque más segura de lo que Nuestro Señor, El mismo, enseñó. A lo largo de las épocas, la Tradición inerrante ha sido el trabajo de millones de hombres de Iglesia. Ha sido eso por lo cual Dios dotó a Su Iglesia como un todo y no solamente a los Papas, con la guía del infalible Espíritu Sant o.
Aquí está, por así decirlo, la torta de la infalibilidad de la Iglesia sobre la cual se ponen las solemnes Definiciones de los Papas que son no más que su glaseado, precioso y necesario, pero el pico de la infalibilidad de la Iglesia y no su mole montañosa. Noten que primeramente las Definiciones por el Magisterio Extraordinario de los Papas existieron no solamente desde 1870, sino desde el principio de la Iglesia. Y que no existieron para hacer verdadera a la Tradición sino meramente para hacer cierto lo que pertenecía a la Tradición y lo que no, cada vez que lo erróneo del hombre lo había hecho incierto. Percibiendo la verdad, Monseñor Lefebvre rectamente prefirió la Tradición inerrante a los Papas gravemente errantes. Nunca habiéndolo entendido a él, así como todos los liberales modernos no percibiendo la verdad, sus sucesores están en el proceso de preferir los errantes Papas a la inerrante Tradición. Subestimando la verdad y sobrestimando los Papas, los sedevacantistas totalmente repudian a los errantes Papas, y pueden estar tentados de abandonar a la Iglesia enteramente. ¡Señor, tened piedad!
Kyrie eleison.
Resumen – El Magisterio Ordinario es ciertamente infalible, pero su infalibilidad proviene de Dios y no del Magisterio Extraordinario.
Mucho necesita decirse sobre la infalibilidad de la Iglesia, especialmente para corregir ilusiones originadas (por error) a partir de la Definición de la infalibilidad Papal en 1870. Hoy en día, por ejemplo, los sedevacantistas y liberales piensan que sus posiciones son totalmente opuestas pero, ¿paran ellos por un momento para ver cuán semejantemente ellos piensan? - Mayor: Los Papas son infalibles. Menor: los Papas Conciliares son liberales. Conclusión liberal: debemos devenir liberales. Conclusión sedevacantista: no pueden ser Papas. El error no está ni en la lógica ni en la Premisa Menor. Solamente puede ser un malentendido, por parte de ambas partes, sobre lo que es la infalibilidad en la Mayor. Una vez más, el hombre moderno pone autoridad por encima de verdad.
Dios Eterno es Verdad en sí misma, absolutamente infalible. En el tiempo creado, por medio de su Hijo Encarnado, El instituyó su Iglesia con una doctrina para la salvación de las almas. Proviniendo de El, esa doctrina solamente puede ser inerrante, pero para mantenerla libre de los errores de los hombres de Iglesia humanos a los cuales se la confiaría, Su Hijo les prometió el “espíritu de verdad” para guiarlos “por siempre” (Jn. XIV,16-17). Pues realmente, sin una tal garantía, ¿cómo podía Dios requerir de los hombres, so pena de condenación eterna, creer en Su Hijo, en Su doctrina y Su Iglesia (Mc. XVI,16) ?
Sin embargo, aún de Sus hombres de Iglesia, Dios no arrebatará ese libre albedrío para errar que El les otorgó a ellos. Y El permitirá que esa libertad vaya tan lejos como ellos lo deseen, sin llegar a que hagan Su Verdad inaccesible a los hombres. Eso llega lejos, e incluye un número de Papas altamente deficientes en la historia de la Iglasia, pero el alcance de Dios llega aún más lejos que la maldad de los hombres (Is.LIX,1-2). En el Vaticano II, por ejemplo, el error de la Iglesia llegó bien lejos, sin que Dios, sin embargo, permitiera a Su Iglesia ser totalmente defectible en lo que hace a su presentación a los hombres de la Verdad inerrante proviniendo de Su propia infalibilidad. Aún los Papas Conciliares han dicho muchas verdades católicas al lado de sus errores Conciliares.
Pero, ¿cómo entonces puedo yo, un alma simple, distinguir entre sus verdades y sus errores? En primer lugar, si yo estoy realmente buscándolo a Dios con un corazón recto, El me guiará a El, como la Biblia dice en muchos lugares. Y, en segundo lugar, la doctrina de Dios siendo tan inmutable como Dios mismo, debe ser la doctrina que encuentro que (casi todos) Sus hombres de Iglesia han enseñado y transmitido en (casi) todos los lugares y en (casi) todos los tiempos, mejor conocida como Tradición. Desde el principio de la Iglesia esa transmisión ha sido la piedra de toque más segura de lo que Nuestro Señor, El mismo, enseñó. A lo largo de las épocas, la Tradición inerrante ha sido el trabajo de millones de hombres de Iglesia. Ha sido eso por lo cual Dios dotó a Su Iglesia como un todo y no solamente a los Papas, con la guía del infalible Espíritu Sant o.
Aquí está, por así decirlo, la torta de la infalibilidad de la Iglesia sobre la cual se ponen las solemnes Definiciones de los Papas que son no más que su glaseado, precioso y necesario, pero el pico de la infalibilidad de la Iglesia y no su mole montañosa. Noten que primeramente las Definiciones por el Magisterio Extraordinario de los Papas existieron no solamente desde 1870, sino desde el principio de la Iglesia. Y que no existieron para hacer verdadera a la Tradición sino meramente para hacer cierto lo que pertenecía a la Tradición y lo que no, cada vez que lo erróneo del hombre lo había hecho incierto. Percibiendo la verdad, Monseñor Lefebvre rectamente prefirió la Tradición inerrante a los Papas gravemente errantes. Nunca habiéndolo entendido a él, así como todos los liberales modernos no percibiendo la verdad, sus sucesores están en el proceso de preferir los errantes Papas a la inerrante Tradición. Subestimando la verdad y sobrestimando los Papas, los sedevacantistas totalmente repudian a los errantes Papas, y pueden estar tentados de abandonar a la Iglesia enteramente. ¡Señor, tened piedad!
Kyrie eleison.
Resumen – El Magisterio Ordinario es ciertamente infalible, pero su infalibilidad proviene de Dios y no del Magisterio Extraordinario.
© 2011-2014 Richard N. Williamson.
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